No quería comenzar mi colaboración en este blog sin antes agradecer a Jose el que me haya invitado participar en su aventura aportando un punto de vista diferente, aun habiendo puesto el listón muy alto. Por mi desarrollo profesional me he movido en varios sectores, lo cual ha hecho que padezca menos de esa “miopía” que afecta a muchos ámbitos del país, entre ellos, el arquitectónico.
Mis primeras líneas van enfocadas a la importancia de la educación y del conocimiento en el desarrollo de un país.
La actual situación de crisis económica y la necesidad en España de un cambio de modelo productivo basado en la competitividad y en la innovación exige altos niveles de formación y cualificación en la población. Por tanto, contar con un sistema educativo y formativo de calidad es imprescindible para impulsar el crecimiento. Y, sinceramente, creo que el sistema actual de educación en España no es el que debería ser para conseguir ese cambio de modelo productivo, entre otras razones porque muy lejos del propio modelo productivo.
Y para demostrarlo, algunos datos (espero no aburriros mucho):
El índice de la economía del conocimiento (KEI) es una medida de la preparación de un país para la economía del conocimiento y para saber si el entorno propicia el que éste se utilice de forma efectiva para el desarrollo económico. Lo realiza el Instituto del Banco Mundial y es un índice agregado que resume el comportamiento de cada país respecto a doce variables, relativas a los cuatro pilares de la economía del conocimiento:
Un régimen económico e institucional que proporcione incentivos para el uso eficiente del conocimiento, tanto el existente como el nuevo, y el florecimiento de la capacidad emprendedora.
Una población formada y capacitada que pueda crear, compartir y usar bien el conocimiento.
Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que faciliten la comunicación eficaz, la difusión y el proceso de la información.
Un sistema de innovación eficiente formado por empresas, centros de investigación, universidades, thinktanks, consultores y otras organizaciones que puedan explotar el volumen creciente de conocimiento global, asimilarlo y adaptarlo a las necesidades locales, y crear nueva tecnología.
Según los datos del 2009, en este índice KEI (ponderado por la población), España ocupa el puesto 24, por detrás de países como Reino Unido (7), Irlanda (8), Islandia (13), Taiwan (18), Estonia (21)…
Otro índice es el recogido en “The Global Competitiveness Report 2009-2010”, realizado por el World Economic Forum reunido en Davos. En él se mide la calidad del sistema educativo, bajo la pregunta de cuánto aporta éste para conseguir mejorar la competitividad de la economía nacional. España se encuentra en el puesto 78 (de 133), tras países como Irlanda, Francia, Alemania, Reino Unido, Estonia, India, Polonia, Portugal, Serbia, Croacia…
Es decir, la cuestión no es que el sistema, por sí mismo, sea bueno o malo, sino que está lejos de la realidad de la economía del país y aún más lejos de poder liderar un cambio del modelo.
Sin embargo, y en el mismo informe de Davos, respecto a la calidad de las escuelas de negocio, España está en el 6º puesto del ranking, sólo superada por Suiza, Canadá, Francia, USA y Singapur. Es decir, realmente, si queremos, sabemos hacer las cosas bien. Evidentemente los rankings pueden estar más o menos “maquillados”, pero lo que no son indudables son los datos que nos llegan cada día de la realidad económica del país. Por tanto, cuanto menos, merece una reflexión desde diferentes estamentos del país de que si se quiere un cambio del modelo productivo y la educación es imprescindible en la generación del cambio, ésta ha de estar integrada en dicho modelo.
La actual situación de crisis económica y la necesidad en España de un cambio de modelo productivo basado en la competitividad y en la innovación exige altos niveles de formación y cualificación en la población. Por tanto, contar con un sistema educativo y formativo de calidad es imprescindible para impulsar el crecimiento. Y, sinceramente, creo que el sistema actual de educación en España no es el que debería ser para conseguir ese cambio de modelo productivo, entre otras razones porque muy lejos del propio modelo productivo.
Y para demostrarlo, algunos datos (espero no aburriros mucho):
El índice de la economía del conocimiento (KEI) es una medida de la preparación de un país para la economía del conocimiento y para saber si el entorno propicia el que éste se utilice de forma efectiva para el desarrollo económico. Lo realiza el Instituto del Banco Mundial y es un índice agregado que resume el comportamiento de cada país respecto a doce variables, relativas a los cuatro pilares de la economía del conocimiento:
Un régimen económico e institucional que proporcione incentivos para el uso eficiente del conocimiento, tanto el existente como el nuevo, y el florecimiento de la capacidad emprendedora.
Una población formada y capacitada que pueda crear, compartir y usar bien el conocimiento.
Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que faciliten la comunicación eficaz, la difusión y el proceso de la información.
Un sistema de innovación eficiente formado por empresas, centros de investigación, universidades, thinktanks, consultores y otras organizaciones que puedan explotar el volumen creciente de conocimiento global, asimilarlo y adaptarlo a las necesidades locales, y crear nueva tecnología.
Según los datos del 2009, en este índice KEI (ponderado por la población), España ocupa el puesto 24, por detrás de países como Reino Unido (7), Irlanda (8), Islandia (13), Taiwan (18), Estonia (21)…
Otro índice es el recogido en “The Global Competitiveness Report 2009-2010”, realizado por el World Economic Forum reunido en Davos. En él se mide la calidad del sistema educativo, bajo la pregunta de cuánto aporta éste para conseguir mejorar la competitividad de la economía nacional. España se encuentra en el puesto 78 (de 133), tras países como Irlanda, Francia, Alemania, Reino Unido, Estonia, India, Polonia, Portugal, Serbia, Croacia…
Es decir, la cuestión no es que el sistema, por sí mismo, sea bueno o malo, sino que está lejos de la realidad de la economía del país y aún más lejos de poder liderar un cambio del modelo.
Sin embargo, y en el mismo informe de Davos, respecto a la calidad de las escuelas de negocio, España está en el 6º puesto del ranking, sólo superada por Suiza, Canadá, Francia, USA y Singapur. Es decir, realmente, si queremos, sabemos hacer las cosas bien. Evidentemente los rankings pueden estar más o menos “maquillados”, pero lo que no son indudables son los datos que nos llegan cada día de la realidad económica del país. Por tanto, cuanto menos, merece una reflexión desde diferentes estamentos del país de que si se quiere un cambio del modelo productivo y la educación es imprescindible en la generación del cambio, ésta ha de estar integrada en dicho modelo.
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