martes, 17 de mayo de 2011

De lo público y lo privado: Situaciones incómodas

"Todos tenemos nuestra casa, que es el hogar privado; y la ciudad, que es el hogar público."
Enrique Tierno Galván (1918-1986) Político e intelectual español.


No sé si alguna vez os habéis sentido un poco violentos en alguna ocasión. Por cualquier motivo. Supongo que a todos nos ha pasado y mientras sucede estás deseando que la situación pase lo más rápido posible. A mí por lo menos así me pasa. Pero una vez ha pasado, me gusta reflexionar sobre por qué me sentí de esa manera, por si fue por causa ajena o por si la situación la originé yo, para poder analizarla y poner medidas para que no vuelva a pasar otra vez.

Record: me he enrrollado en un solo párrafo. Continúo.

La cuestión es que hace unos días viví una de esas situaciones incómodas. Al hacer la respectiva visita a un inmueble, un piso con garaje y trasero, sucedió lo siguiente: la persona que me atendió era muy amable y procedí a medir normalmente la casa. Sin más historia. Luego bajamos al trastero y acabamos en el garaje: "la plaza del Citröen", me dijo el señor, y la medí también. "Pues hemos acabado", dije yo. Y entonces sucedió: Me dijo que para salir, me subiera al coche y me dejaba fuera, en la calle. Por alguna razón, no me apetecía subirme al coche de ese señor. Prefería abandonar el edificio por donde había entrado en él, por la puerta, andando yo solito, pero la verdad es que mi coche estaba aparcado justo al lado de la puerta del garaje y me era mucho más cómodo. Sin embargo, no me gustó la idea. El hombre insistió, que el iba a salir de todas formas, así que entré. El hombre arrancó, puso su música (Wagner, por cierto) y salimos, y al minuto, yo estaba fuera el Citröen.

"Pues vaya misterio, Josito", diréis algunos. No hay misterio ninguno. Y los que esperabais historias escabrosas o sexuales estáis muy mal. Pero después de reflexionar sobre la anécdota, me he dado cuenta de que me sentí mucho más incómodo en el coche de ese buen señor, escuchando su música, que en su casa, abriendo con desparpajo todas las habitaciones y armarios, moviendo sus fotos para poder medir y entrando en su baño como el que entra en el de la oficina. La reflexión que yo saco es que al final, la profesionalidad hace callo y el entrar en la casa de una persona, donde guarda sus recuerdos y sus regalos, sus ilusiones y su vida, te parece menos raro que entrar en su coche, que al fin y al cabo, se aparca en la calle y cualquiera puede echar un vistazo al interior.

Bueno, pues eso. Me apetecía compartirlo con vosotros. Nos leemos.

4 comentarios:

  1. No eres el único que le ha pasado esta situación incómoda. En alguna tasación donde la visita estaba muy lejos de donde resido, se ha dado la coincidencia que el cliente se ofreció a llevarte en su coche, pues él residía en la misma ciudad y tenía que desplazarse de todas formas (lo comento porque no es sólo una vez la que me ha sucedido ésto). Pues bien, en la primera ocasión accedí, y tienes toda la razón, me sentí en una situación muy violenta, muchísimo más violenta que cuando estás en su vivienda.
    En el viaje de media hora no sucedió nada más que una conversación cordial, pero no me sentí a gusto. Desde entonces siempre, siempre, viaje en mi coche. Estuve meditando sobre ello y llegué a una conclusión, la situación en el coche y la vivienda es igual de violenta, pero mientras estás en la vivienda estás realizando parte de tu trabajo y desconectas de todo lo demás (está atento a las medidas, a las características constructivas, etc... pero no estás atento a que la situación es violenta porque estás en la parte privada de otra persona). Bueno,esto es lo que pienso yo.
    Saludos.

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  2. Quizá tenga mucho más sentido compartir media hora de coche con un extraño a ir cada uno en el suyo, pero yo, como tú, tampoco lo haría. Además, es como si le debieses un favor a esa persona. Imagínate que la tasación no le da para conseguir la garantía hipotecaria y te reprocha que encima que te llevó él... No, de ninguna manera.

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  3. También se puede dar a la construmbre que teneis de trabajar solos. Porque por ejemplo para mi ese tipo de situaciones, por lo menos en mi caso (casi siempre tenia que ir en el coche ajeno y trabajando siempre en compañia..), es de lo más normal.
    Lamento no entenderlo Josito, a mi me parece más bien un acto de "agradecimiento" del buen hombre.

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  4. Pues... si a Ernesto y a Josito le parecieron situaciones incómodas y sois hombres, imaginaros en el caso de una mujer. Yo me lo pensaría dos veces antes de subir en el coche con alguien. Realmente mis visitas las hago sola y en mi coche. El propietario por su cuenta y yo por la mia. En cuanto a la invasión de su intimidad por estar en su casa... yo no me siento mal, hago mi trabajo y punto, incluso a veces abro armarios empotrados, siempre con permiso, (algunas veces mido por fuera depende lo que vea que me resulte más fácil en ese momento). Como se dice en mi tierra... "a quien no le guste que le eche azúcar".
    Un saludo.

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