Ya sabéis que una parte de la vida laboral del tasador está en la carretera. Ya sea tasando en una única localidad o en varias, los técnicos intentan concertar las visitas de modo que tengan que realizar los desplazamientos más cortos posibles. Esto es muy dificil en muchas ocasiones, pero esa planificación se hace completamente necesaria cuando uno empieza a calcular el precio de la gasolina, el combustible que consume nuestro vehículo y la cantidad de kilómetros que recorremos al día (haced el cálculo alguna vez, hacedlo). Por si no lo sabéis, algunas empresas tasadoras pagan un extra por kilometraje, otras no. En cualquier caso, es un factor a considerar que no debe dejar de tener importancia.
Pues debemos ser conscientes de un pequeño obstáculo a la hora de hacer estas previsiones. Y es que el cálculo de la ruta más corta no es fácil de calcular. Es más, nadie sabe cómo hacerlo. Pero ¿cómo es esto posible? No parece tan difícil. Pues lo es. De hecho, es un problema al que los matamáticos e informáticos se han enfrentado desde hace mucho tiempo. Me explico: a ojo, cualquiera puede calcular la ruta más apetecible, pero para los "gadget-adictos" como yo, que creemos que la tecnología está pensada para hacernos la vida más fácil, nos gustaría meter los datos (coordenadas del lugar al que queremos ir) en un ordenador y que automáticamente nos dijera: al punto A primero, luego al D, luego al B... siendo esa ruta la óptima.
Con la llegada de los GPS podríamos llegar a pensar que ese problema está resuelto. Le dices al aparato dónde quieres ir y el cacharrito te va guiando. Sin embargo, a lo máximo que llegan estos trastos es a llevarte a los lugares que les indicas en el orden en que se lo indicas. No hay ninguna opción para que te de la ruta óptima por sí solo. ¿Os habéis fijado que en Google Maps pasa lo mismo? Te lleva de A a B, pero no intentes meterle más datos. No te deja.
El motivo es que nadie ha sabido todavía diseñar el algoritmo matemático que calcule esas rutas óptimas. Así de fácil. No sabemos indicarle a los ordenadores lo que tienen que hacer. Por eso esas opciones no existen en los GPSs ni en Google maps o similares. No se sabe programar. Mejor dicho, no se sabe programar de forma que un ordenador de hoy en día sea capaz de resolver el asunto. Por lo visto se ha conseguido resolver el tema con redes de ordenadores trabajando a la vez, pero tampoco es cuestión de bloquear internet cada vez que los tasadores tenemos que salir de ruta. En palabras de Wikipedia:
"La respuesta al problema es conocida, es decir se conoce la forma de resolverlo, pero sólo en teoría, en la práctica la solución no es aplicable debido al tiempo que computacionalmente se precisa para obtener su resultado"Se busca una solución accesible. A este problema es a lo que se conoce en matemáticas como el problema del "Agente viajero", definición que nos encaja perfectamente a los tasadores.
Sin embargo, no lo sabemos hacer nosotros, pobres humanos, porque resulta que las abejas y otros insectos si saben hacerlo. Se ha demostrado que estos bichos son capaces de encontrar la ruta óptima que les lleve a distintas flores para volar lo menos posible (ahorrando la energía correspondiente) y ya se está trabajando en lo que denominan "algoritmos bioinspirados" para poder encontrar esas rutas óptimas. A ver si lo consiguen...
No hay comentarios:
Publicar un comentario