Acabo de ver Wall Street II (money never sleeps), la secuela de aquella genuína película de 1987, dirigida por Oliver Stone, y ha habido un detalle que me ha gustado, por curioso, y por haberme tropezado con él ya un par de veces antes.
Resulta que Gordon Gekko, el villano especulador protagonizado por Michael Douglas, guarda en su apartamento un cuadrito de la "burbuja de lus tulipanes", o tulipomanía, que tuvo lugar en los Países Bajos durante el siglo XVII. Fijáos hasta qué punto puede llegar la locura del hombre por el dinero y cómo somos incapaces de aprender de los errores de la historia:
Por aquel entonces, los Paises Bajos eran el epicentro económico europeo, y por lo tanto, mundial. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales había contribuído a aumentar el flujo de dinero en esta región y el poder adquisitivo de sus ciudadanos era de los más elevados. En ese ambiente de bonanza, por algún motivo las flores se convirtieron en símbolo de riqueza, y el tulipán se convirtió en la más exquisita de ellas (entre otros motivos, por su dificultad de cultivo y porque por alguna razón, empezaron a nacer tulipanes de distintos colores -luego se supo que esto era debido a un pulgón-).
El tulipán, y sus numerosas variedades multicolor, comenzaron a subir el precio. Cuanto más rara era la variedad, más se pagaba. Los beneficios con la especulación se empezaron a disparar. En la década de los años veinte de ese siglo, se llegaron a cambiar terrenos y mansiones por un sólo bulbo de tulipán. Se hicieron negocios absurdos que llegaron a reportar hasta un 500% de beneficio al vendedor.
Luego llegó la peste y arrasó con la mano de obra del tulipán, lo que encareció el proceso de elaboración de los mismos y el precio se disparó aún más. Se generó incluso un "mercado de futuros", que especulaba sobre los bulbos no nacidos aún (algo así como comprar sobre el plano una vivienda). Esta es la evolución del precio del tulipán en aquella época:
La burbuja llegó a su fin cuando un lote de tulipanes no se vendió. Supongo que la gente empezó a recuperar la cordura o sencillamente la financiación dejó de ser suficiente. A partir de ahí, la bajada de precios fué escandalosa y muchos se quedaron pillados. Sin mansiones, sin terrenos, pero con flores. El fenómeno de los tulipanes afectó a todos por igual. Ricos y pobres. Sabios e ignorantes. Todos compraros, se endeudaron y sacrificaron por un tulipán o dos. Y muchos perdieron sus posesiones.
La gente daba todo lo que tenía por una flor. Pensadlo bien. ¡Una flor! ¿Suena absurdo? Bueno, ahora en la actualidad, hemos hecho lo mismo por un puñado de ladrillos. En unos cuantos años lo veremos ridículo. Hay un fenómeno denominado "histeria colectiva", que yo creo que tiene mucho que ver con esto. Os suena lo de "¿no compras una casa? ¡Si nunca bajan de valor!". ¿Qué será lo siguiente? ¿Materias primas? ¿Nos endeudaremos por un puñado de maíz? El ser humano es capaz de eso y de mucho más, queridos...
Resulta que Gordon Gekko, el villano especulador protagonizado por Michael Douglas, guarda en su apartamento un cuadrito de la "burbuja de lus tulipanes", o tulipomanía, que tuvo lugar en los Países Bajos durante el siglo XVII. Fijáos hasta qué punto puede llegar la locura del hombre por el dinero y cómo somos incapaces de aprender de los errores de la historia:
Por aquel entonces, los Paises Bajos eran el epicentro económico europeo, y por lo tanto, mundial. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales había contribuído a aumentar el flujo de dinero en esta región y el poder adquisitivo de sus ciudadanos era de los más elevados. En ese ambiente de bonanza, por algún motivo las flores se convirtieron en símbolo de riqueza, y el tulipán se convirtió en la más exquisita de ellas (entre otros motivos, por su dificultad de cultivo y porque por alguna razón, empezaron a nacer tulipanes de distintos colores -luego se supo que esto era debido a un pulgón-).
El tulipán, y sus numerosas variedades multicolor, comenzaron a subir el precio. Cuanto más rara era la variedad, más se pagaba. Los beneficios con la especulación se empezaron a disparar. En la década de los años veinte de ese siglo, se llegaron a cambiar terrenos y mansiones por un sólo bulbo de tulipán. Se hicieron negocios absurdos que llegaron a reportar hasta un 500% de beneficio al vendedor.
Luego llegó la peste y arrasó con la mano de obra del tulipán, lo que encareció el proceso de elaboración de los mismos y el precio se disparó aún más. Se generó incluso un "mercado de futuros", que especulaba sobre los bulbos no nacidos aún (algo así como comprar sobre el plano una vivienda). Esta es la evolución del precio del tulipán en aquella época:
La burbuja llegó a su fin cuando un lote de tulipanes no se vendió. Supongo que la gente empezó a recuperar la cordura o sencillamente la financiación dejó de ser suficiente. A partir de ahí, la bajada de precios fué escandalosa y muchos se quedaron pillados. Sin mansiones, sin terrenos, pero con flores. El fenómeno de los tulipanes afectó a todos por igual. Ricos y pobres. Sabios e ignorantes. Todos compraros, se endeudaron y sacrificaron por un tulipán o dos. Y muchos perdieron sus posesiones.
La gente daba todo lo que tenía por una flor. Pensadlo bien. ¡Una flor! ¿Suena absurdo? Bueno, ahora en la actualidad, hemos hecho lo mismo por un puñado de ladrillos. En unos cuantos años lo veremos ridículo. Hay un fenómeno denominado "histeria colectiva", que yo creo que tiene mucho que ver con esto. Os suena lo de "¿no compras una casa? ¡Si nunca bajan de valor!". ¿Qué será lo siguiente? ¿Materias primas? ¿Nos endeudaremos por un puñado de maíz? El ser humano es capaz de eso y de mucho más, queridos...
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